Conoce las leyendas de la Yerba Mate que han perdurado con los años.
Hoy en día es difícil rastrear el origen de la práctica de tomar mate, ya que estaba presente desde tiempos ancestrales en las culturas originarias. Sin embargo, estos pueblos tenían su propia manera de contar la historia, en forma de leyendas. Por decir de una forma: LEYENDAS DE LA YERBA MATE.
El mate, para el argentino, así como para países aledaños como Uruguay, Paraguay, Chile o Brasil, es mucho más que una infusión. Es un ritual que evoca la amistad, la familia y al hogar. El mate es el centro mismo de una conversación y toda buena tarde siempre empieza con un “ven a casa que pongo la pava para tomar unos mates”.
El mate es un símbolo tan importante en nuestra cultura, que está rodeado de historia, de mística y de referencias en las culturas de todas las épocas.
Conocer las leyendas es una buena manera de conocer la historia, lo que este ritual representaba para las culturas y entender la manera en que hoy nos llega esta tradición tan profundamente arraigada para nosotros.
La leyenda de Ka’a Yarí
La leyenda cuenta que, en un paraje alejado, en los tiempos en que las primeras tribus habitaban estas tierras, un matrimonio de granjeros había decidido vivir alejados de todo el resto de la gente.
Lejos de las tierras fértiles de cultivo, un hombre y su mujer construyeron su casa. Era una vida difícil, siempre a meced del clima, pero consideraban justificado su sacrificio, ya que el motivo era cuidar al que consideraban su tesoro más precioso: su joven hija.
Su hija, de nombre Yarí, era, desde muy temprana edad, una muchacha de inmensa belleza, pero, al mismo tiempo, había nacido dotada de una increíble bondad e inocencia. Para evitar que toda esta virtud fuera corrompida por la vida entre la gente, fue que sus padres decidieron vivir de manera tan sacrificada.
Yasí y Araí
Por este tiempo, Yasí la diosa luna, había pasado mucho tiempo observando la vida de los hombres desde el cielo.
Para conocer de primera mano cómo era transitar por esta tierra, decidió bajar en forma humana, acompañada por su amiga la diosa nube Araí. Juntas descendieron y recorrieron la selva, contemplando las maravillas del mundo de los hombres.
En algún momento de su paseo escucharon un ruido y, al volverse, se encontraron con un yaguareté que se agazapaba listo para lanzarse al ataque. Pero en el momento en que la bestia daba un salto hacia ellas, cayó desplomada, con una larga flecha sobresaliendo entre sus costillas.
Del otro lado, un cazador con amplia sonrisa las saludaba. El hombre se presentó y se aseguró de que se encontraran bien, tras lo cual las invitó a su casa.
El regalo de Yasí
Al llegar a la casa del cazador, éste se disculpó por la humildad de su vivienda y la escasez en comodidades. No obstante, él y su esposa dispusieron todo aquello que tenían para hacer pasar a las jóvenes un buen rato.
Ahí conocieron Yasí y Araí a Yarí, la hija de los campesinos, y pudieron ver con sus propios ojos por qué el matrimonio cuidaba tan celosamente a la niña.
Todos pasaron una noche de risas y se sintieron como una familia, tras lo cual se fueron a dormir. En su sueño, el hombre vio a las dos jóvenes a las que había salvado, las cuales les revelaron que eran diosas que habían bajado a la tierra y se sentían profundamente agradecidas por su valentía y el trato amable que les había dado. Por eso, como regalo, le dieron el ka’a, el árbol de la vida, cuyas hojas él sabría cortar y secar para convertirlas en una infusión que recordara a la amistad que les ofreció.
Y su hija se convertiría en Ka’a Yarí, la deidad guardiana de esta planta y de los hombres que la cosechan. Sería inmortal y conservaría por siempre la virtud y la belleza que sus padres tanto habían cuidado.
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Como puedes ver, hay relatos que nos unen de forma permanente con la Yerba Mate, dependerá de nosotros que estas historias perduren junto a su gran protagonista. Y por que no, también dependerá de nosotros crear NUEVAS LEYENDAS DE LA YERBA MATE acompañados por esta infusión que le ha dado tanto a nuestro continente.